Practicum I Bitácora

SEMANA 6 (9/3/20 A 13/03/20)

Esta ha sido la última semana a causa de la declaración de la crisis del Coronavirus. A causa del coronavirus se ha decretado el cierre inmediato de los centros escolares. Este hecho ha provocado no poder finalizar la Unidad Didáctica sobre “migraciones, conflictos y desigualdades”  a pesar que el alumnado estaba respondiendo de forma excelente. Por tanto, esta última publicación voy a intentar hacer un resumen de los aspectos que he aprendido durante el practicum.

En primera instancia me gustaría analizar la dificultad de evaluar la participación a través de la rúbrica. En el caso de la Unidad Didáctica había realizado una rúbrica con los siguientes aspectos para evaluar su participación en el aula. Había decidido que los iba a valorar según las intervenciones en el aula y su calidad. Para la rúbrica había hecho la siguiente puntuación: 0, 2.5, 5, 7.5 y 10. Ninguna intervención 0. Una intervención 2.5. Dos intervenciones 5. Tres intervenciones 7.5. Más de 3 intervenciones 10. Estos números los he tenido que adaptar a última hora, pues en un principio la UD duraría 7 sesiones: 3 sesiones de trabajo póster, 1 sesión presentaciones, 1 sesión trabajo dramatización, 1 sesión presentaciones, 1 sesión debate y prueba objetiva. A causa del coronavirus, solamente se pudieron realizar las 33 sesiones de trabajo y 2 sesiones de presentaciones, pues visto el interés del alumnado después de la presentación de cada proyecto se realizaba un debate.
El problema ha sido que de forma global ha participado todo el alumnado, pero no he podido registrar de forma exacta sus intervenciones, pues sólo han trabajado en el aula 3 días y han hecho las presentaciones. Sobre este hecho ya me había advertido mi tutor del centro. Por tanto, sólo tenía como máximo 5 intervenciones realizadas por parte del alumnado. Además, como debía poner cargas numéricas en la escala de 0 a 10, la penalización por cada error era de 2.5 puntos. Es mucha penalización para los errores cometidos, que castiga demasiado el error, y no contempla que entre el blanco y el negro existe el gris. Entonces, ¿cómo puedo evaluar su participación según sus intervenciones si cada persona es distinta y con diferente personalidad? ¿se puede estandarizar la forma de relacionarse y trabajar en equipo? ¿es justo que por usar esta metodología de evaluación en vez de reforzar su participación, una vez realizado el cómputo numérico, hayan salido perjudicados?  Por tanto, no estoy segura que la participación se pueda evaluar de forma cuantitativa y numérica. ¿cuál es el mejor tipo de evaluación en estos casos? La rúbrica en  vez de suponerme un apoyo, me ha resultado una complicación y no ha reflejado la realidad vivida en el aula. Hecho que no me ha dejado satisfecha con la clausura de la unidad didáctica y el “feedback” hacia el alumnado.

En este mismo punto estaría la inteligencia emocional, los castigos y recompensas. En el aula he podido aprender como realmente sí funciona el refuerzo positivo y la motivación y como es importante, a veces, ejecutar medidas punitivas. Durante estas semanas sólo ha habido un día, una hora, que fue horrible (lo comento en otra entrada), pero posteriormente el alumnado de dicha clase su comportamiento volvió a ser excelente. De hecho el día de mi despedida, al decirles que había sido un placer darles clases, me contestaron “No Rosa, no. Un día nos portamos realmente mal”. Y les dije que un día malo lo tiene cualquiera. Realmente, me gustó esa respuesta porque me di cuenta que les importaba el profesorado, porque posteriormente comentaron como su tutora les había fomentado el interés por la historia. Otros casos en los cuales tuve para aplicar técnicas de modificación del comportamiento fueron con 2 alumnos negacionistas. Cada cosa que se les proponía, su respuesta era “no”. Cuando se les ordenaba, su respuesta era “no”. Hubo un momento de disco rayado: Yo le decía “siéntate” y él respondía “no”. De esta forma durante 5 minutos. Hubo un momento que el resto del aula se empezó a levantar, pero con una orden clara se sentaron. Le comenté a mi tutor cómo podía hacer y me dijo que lo echara de clase. Lo eché y el tutor le comentó que si no quería participar que no lo hiciese, pero que debía seguir las órdenes. Una vez entró, mi actitud fue como si no hubiese pasado nada, seguía simpática con él. Cinco minutos después estaba participando mucho en la actividad y la lideraba. A este alumno lo había tenido otro día (con menos alumnos/as) y mi respuesta a sus “no” era ignorarle y había funcionado. Por tanto, la mejor forma de modificar su conducta fue ignorar, echarlo fuera y razonar con él en privado. No obstante, es difícil en esos momentos tener la mente fría y ser estratega. Otra medida de modificación del comportamiento que también funciona es: cuando ignoran y no escuchan, levantarse con la cara seria, en silencio y la mano en alto (como pidiendo la palabra). En 30 segundos todo el alumnado silencio. También, he aprendido a cómo redistribuir la energía para no cansarme y, sobretodo, para que los momentos de “conflicto” no afecten al estado de ánimo ni a las ganas de compartir con el alumnado.

Por otro lado me gustaría adentrarme en la figura del departamento de orientación. En el instituto habían dos figuras: la psicopedagoga y la mediadora. Me parece que su función es esencial y es la clave para el buen funcionamiento de un centro escolar, pues conocen las problemáticas del alumnado y pueden ofrecerles apoyos y alternativas. Pero, ¿qué pasa cuando no cumplen con sus funciones? En el caso de la mediadora sí que realizaba reuniones con las personas que tenían conflictos, ayudándoles a focalizar sus emociones y experiencias. Además era la encargada del programa TEI, tutoría entre iguales. De hecho, era esta profesional la que organizaba  las actividades de tutoría y realizaba una valoración continua de su desarrollo en el aula. Por ejemplo, un día en la tutoría de 3º Eso se habló sobre la gestión de conflictos de forma dinámica y usando recursos teatrales. Estos recursos son esenciales a la hora de trabajar con las emociones y el lenguaje no verbal, además que el alumnado se involucra realmente en la actividad, pues se piensan que es un juego y es libre interpretación. Después de la tutoría sobre los conflictos, vi a la mediadora y me comentó que se habían removido viejos conflictos, que una alumna había llorado y otra había descargado su ira contra la pared. Me parece esencial y enriquecedor ese contacto entre profesorado y mediadora para conocer realmente los conflictos del aula y poder trabajar de forma conjunta. Después de esa tutoría, no hubo más altercados. De hecho algunas alumnas luego venían a tutoría o a mí misma para decirme que les gustaba cómo se estaba enfocando las tutorías. Por desgracia, el departamento de psicopedagogía no tenía esa vinculación con el alumnado. En las reuniones de tutores se promovían hacer actividades diferentes para engrandecer el horizonte del alumnado (recordemos que son de varios pueblos racistas de 7000 habitantes y muchos de 1ª o 2ª generación de migrantes) para ofrecerles la oportunidad de ver que el mundo no es simplemente esta zona y que pueden hacer lo que quieran; su respuesta se basaba en que no se veía la utilidad. Partiendo de esta actitud, pude observar varias de las actuaciones. Realizando un PAP se nos preguntaba a mí y al tutor aspectos sobre el alumno sin haber tenido una reunión previa con el alumno. ¿Se puede redactar un informe sin reunirse con el alumnado correspondiente? En mi aula tenía un absentista, había faltado varios días a clase, al ver el alumno se notaba que no era conducta conflictiva, sino que tenía más relación con fobia social/aislamiento. Al preguntar en el departamento si en el aula tenía algún caso específico, sólo se me informó de otro alumno, de este alumno nada. Me dediqué a preguntar a otros profesores, al final pude conocer algo sobre él y le pregunté directamente al alumno. ¿Cómo es posible que el departamento de psicopedagogía no sepa absolutamente nada ni muestre el más mínimo interés? ¿es sólo responsabilidad del profesorado/tutor conocer los casos? Recuerdo que el primer día cuando pregunté por qué habían caído los resultados académicos del centro la respuesta que se me ofreció era por “culpa” de los migrantes. Otra alumna me comentó que había sufrido (y sufría) acoso escolar, cuando le pregunté si había pedido ayuda, la alumna me contestó que la profesional le dijo que se lo estaba inventando todo. Creo que la falta de recursos humanos en el departamento de orientación, junto a esa actitud y falta de profesionalidad destina al fracaso a todo el centro escolar y pone en riesgo al alumnado.

Otro aspecto a remarcar es la falta de recursos económicos. Se debería reforzar la financiación a los centros escolares en los cuales su alumnado tenga ingresos bajos. Porque no es ético que en un centro escolar público se comente sobre tener todo el alumnado IPAD y en otros centros no se pueda ni hacer una excursión a la montaña / museo ni programar ningún taller externo porque todos sus recursos van a arreglar la infraestructura pésima de base. Además, que el profesorado a la hora de realizar sus actividades tiene material escolar limitado (rotuladores, blue tack, etc) y con recursos TICS que no funcionan correctamente. Si la ley quiere equidad se deberían paliar las diferencias socio-económicas del alumnado, pues este alumnado necesita de recursos diferenciados para poder alcanzar sus metas.  

Por último, me gustaría hablar de la crisis del coronavirus. Esta crisis ha demostrado la necesidad de tener protocolos preestablecidos para emergencias. Además, al haber decretado de un día para otro la clausura de los centros escolares supuso que de forma rápida y abrupta se tomaran las medidas necesarias para el teletrabajo y la información a través de internet. En este caso, el centro escolar respondió de forma rápida y ágil, pero desde el gobierno se debería avisar antes al profesorado para poder preparar los contenidos y evitar las situaciones estresantes.

En conclusión, durante mi practicum he aprendido mucho sobre metodologías, formas de profesorado, tipos de evaluación, psicología, piscopedagogía, inteligencia emocional y, sobretodo, de mi misma. Ha sido una experiencia enriquecedora haber podido compartir con el alumnado y el profesorado todas las experiencias y emociones, y reforzar la idea que la figura del profesor/a es más una guía para la vida que un emisor/a de contenidos académicos. 

SEMANA 5 (2/3/20 - 6/3/20)

Cada semana voy adquiriendo más responsabilidades, conociendo mejor el alumnado y observando las diferentes metodologías del profesorado. Esta semana me voy a centrar en las dinámicas participativas ya que he empezado la Unidad Didáctica sobre "Migraciones, desigualdades y conflictos bélicos" en el grupo de 3o ESO A. 

La unidad didáctica se basa en el trabajo cooperativo, el diálogo, el debate y la extracción de conclusiones. Se repartieron los distintos temas entre los grupos: mirgraciones, mujer y migración, desigualdades sociales, cooperación internacional y conflictos bélicos. A la hora de hacer los grupos se crearon por "azar": se les fue numerando según estaban sentados: 1, 2, 3... luego todas las personas número 1 se unían, las 2 también, etc. es una forma de que los grupos sean variados y no se caigan en amiguismos (pues de forma natural se sientan con las personas que tienen más afinidad). Los productos a realizar son: un poster digital o físico con una infografia-resumen y una noticia relacionada y una dramatización sobre cada tema.  En las últimas sesiones se realizará un debate y una prueba objetiva (kahoot). Se les entregó un dossier con el contenido básico. Estuvieron trabajando sobre el tema en el aula y empezaron a crear en poster durante 3 sesiones. Fue interesante porque pude apreciar los roles de las distintas personas, sus aportaciones y sus habilidades para trabajar en grupo. El resultado del trabajo en el aula es muy enriquecedor, pues sin excepción (teniendo en cuenta las características personales de cada persona) trabajaron en el tema y compartieron sus impresiones. El último día era la presentación de los trabajos, pero sólo dos grupos de los 5 lo habían terminado. La exposición del primer grupo fue excelente: dinámica, con contenidos, noticias, opiniones críticas y la participación del grupo, incluso de un alumno que es asentista también se preparó su parte. 

Hasta este momento, creo que las dinámicas participativas en las cuales crean su propio conocimiento, trabajan en el aula y comparten impresiones es muy enriquecedora y su impacto es más positivo que la típica clase magistral. Durante estas semanas podré ir valorando otros aspectos de esta Unidad Didáctica. 

Por otro lado, en 2ndo de la ESO he estado trabajando las dinámicas del debate para explicar reforma y contrarreforma y la participación e interacción fue completa. Posteriormente, he ido introduciendo otras metodologías y recursos como la proyección de audiovisuales y la creación de mapas, pero, incluso el alumnado lo reclama, la dinámica más efectiva fue el debate. 

Por lo tanto, hasta el momento, la dinámica que veo que más funciona es el debate y el proyecto cooperativo. 

SEMANA 4 (24/2/20 - 28/2/20)

Esta semana he impartido cursos de 2o y 3o ESO. Durante las clases varias dudas me han abordado a la mente. ¿Cómo puede ser que un mismo grupo pueda ser el cielo de la docencia y el infierno a la misma vez? 

Es curioso como dependiendo del profesor/a la actitud del alumnado cambia. El alumnado está muchas horas sentado de forma pasiva en el aula y es normal que se quieran mover, sobretodo si es viernes, pero, ¿es posible que su actitud cambie radicalmente? 

Durante el período de prácticas estaba convencida que el refuerzo positivo, tanto verbal como no verbal, era la clave para que el comportamiento del alumnado fuese el adecuado, ya que cuando están horas y horas escuchando que lo hacen todo mal al final se frustran. Pero, ¿cómo no caer en  ser "la enrollada" y ya no tienen ninguna disciplina? El otro día entré en un grupo que, normalmente (o al menos cuando yo entraba) tenían una actitud brillante, estaban en silencio, participaban e ¡incluso preguntaban! No hacía falta ni hacer resúmenes, ni negativos pues se acordaban de todo y no perdían el hilo. Con ellos siempre tuve una postura amable, dinámica (creando recursos muy participativos) y dándoles voz y voto. Este grupo es de complicación alta y se les etiqueta como los "más lentos".  Pero el otro día entré en el aula y todo era diferente: estaban hablando, no escuchaban, no les interesaba nada,... Para mi fue frustrante, ¿cómo puedes seguir con la línea del refuerzo positivo si te están ignorando? ¿es mejor tener una postura más punitiva? En ese momento les comenté que no entendía por qué si de normal eran geniales por qué ese día estaban revoltosos. Su respuesta fue porque era viernes. Les dije que no entendía nada y que si preferían una actitud más severa. Me respondieron que pusiera negativos y les hiciese copiar. ¡Ellos mismos me decían cómo les tenía que castigar! Pero la sensación de frustración era enorme pues chocaba frontalmente con la sensación que había tenido las últimas semanas. Fue difícil aguantar la compostura, respirar e intentar dar la clase, pues en mi mente sólo me surgía la frase de ¿me he convertido en la enrollada que todos pitorrean? Un alumno absentista me dijo: si llego a ser que te ibas a enfadar me fugo, que he venido porque dabas tú la clase. Le respondí que las clases solo se pueden dar si hay respeto. Fue un choque de emociones y cansancio. Al final, aunque expliqué Felipe II y les hice que colorearan un mapa no sirvió de nada. Hoy me ha comentado su tutora que estaban muy arrepentidos. 

Después de esta experiencia y hablando con diferentes profesores me surgen las siguientes dudas: ¿dónde está el punto intermedio entre ser una sargento y ser la enrollada? ¿cómo puedes hacer que en el aula haya disciplina pero que sea dinámica? ¿cómo puedes fomentar la confianza del alumnado para que te cuenten sus dificultades sin caer en la profesora enrollada? ¿se puede ser enrollada sin perder autoridad? ¿cómo fomentas esas bases de actitud en el aula que la transforman en el lugar ideal para dar clase? 


SEMANA 3 (17/2/20 - 21/2/20)

Esta semana he impartido los cursos de 2ndo ESO y tutoría, aunque he aprendido mucho sobre metodologías y cómo tratar al alumnado, esta semana me voy a centrar en la arquitectura.

Yo estudié en este mismo instituto. De hecho, mi generación fue la primera en inaugurar el edificio y las aulas. Los pasillos y las aulas estaban en blanco, no había ningún tipo de intervención en las paredes ni en las aulas, se parecía mucho a un sitio de castigo. Además, se notaba la estafa urbanística y arquitectónica de la época, pues a pesar de tener un diseño novedoso, los materiales y la orientación eran tan deficientes que el primer invierno se reventaron los ventanales. Las quejas sobre la falta calefacción eran constantes. Era curioso como, después de estar varios años en aulas prefabricadas, nos trasladaban a un edificio muy bonito pero mal construido. Esa imagen era bastante descorazonadora, de hecho sentíamos orgullo porque el suelo del gimnasio era de plástico de pelota de baloncesto. ¡Nos pareció una gran innovación! La misma arquitectura del edificio contaba con una especie de balcón con rincones que se veían las vistas de la montaña y otras ventanas decorativas, pero que se usaban como lugar para fumar. 

Después de más de una década volví a entrar en el mismo edificio y la sensación fue muy diferente. Los pilares del patio están pintados y decorados con historias de mujeres, al entrar en recepción está lleno de colores, trabajos y elementos decorativos. Los pasillos que antes eran blancos, sosos y poco humanos, ahora están llenos de mensajes motivadores e incluso reproducciones de obras de arte. Es reconfortante pasar por un pasillo y ver el Guernica de Picasso, una puerta con la obra de Banski, ir a los departamentos de las temáticas y en las puertas encontrar colores, collages y fotografías. Ayer pasando por el pasillo me di cuenta que un grupo de alumnado estaba comentando y mirando la pared, al acercarme pude ver cómo estaban hablando sobre un trabajo basado en hacer un Instagram. 
Paseando por el patio, me encontré con aquel balcón de fumadores, ahora rodeado de rejas, los vestidores también rodeados de rejas y las ventanas abiertas que daban a paisajes también con rejas. Es curioso cómo los pasillos se han llenado de vida y color, mientras que el patio (que es lugar de socialización, ocio y descanso) parece que es mucho menos apetecible. En el último claustro y consejo escolar se decidió marcar las zonas y los rincones en amarillo para evitar que se acerquen y fumen, señalizar estas zonas como "prohibidas". Los materiales siguen siendo igual de deficientes, de hecho, tanto en el claustro como en el consejo escolar se habló que la mayor parte del presupuesto del centro (que debería ir a actividades y a dinamización del propio centro) se iba a destinar en la restauración de los elementos que, como hace más de 10 años, cada vez que llega una tormenta se rompen y caen (poniendo en riesgo al alumnado si no se arregla). 

En conclusión, creo que a pesar de la problemática arquitectónica, es enriquecedor ver cómo el alumnado, el arte y la cultura han impregnado las paredes para hacer del centro escolar un lugar más acogedor y que invita a la interacción en los pasillos. 

SEMANA 2 (10/2/20 - 14/2/20)

Esta segunda semana he podido acceder a diferentes clases lectivas de niveles de la ESO y Bachillerato. Durante el practicum me voy a enfocar más en la etapa de la ESO. Durante esta semana he estado reflexionando sobre el efecto Pigmalión. ¿Es posible que la comunicación hacia el alumnado sea el que determine su comportamiento y, por tanto, su aprendizaje? ¿Cuál es la mejor forma de comunicarse?

En diferentes grupos me he fijado en la importancia de la relación profesorado-alumno y cómo el alumnado tiene la necesidad de expresarse y verbalizar lo que le está pasando. Si en una aula tenemos personas de diferentes orígenes, con realidades sociales y económicas diferentes, ¿cómo podemos enfocarnos en los puntos en común y potenciar sus diferencias desde una perspectiva positiva? 

Cuando entramos en el aula y vemos que una alumna se comporta mal, de forma disruptiva, ¿significará que está gritando que necesita atención? ¿cuál es la mejor forma de actuar y responderle? Por ejemplo, una alumna que se  mueve, habla con el compañero, interrumpe y cuando se le hace una pregunta contesta de forma maleducada, la forma más común de reacción es decirle que con esta actitud no va a ningún lugar, que no aprobará, se le recuerda las asignaturas que tiene suspendidas y lo que ha hecho mal en la última semana, pero, ¿esta es la mejor forma de motivarla? En ese momento se puede apreciar como baja los ojos, la tristeza se apodera de su cara y ves cómo su semblante va pasando de tristeza a rabia para al final ignorar lo que se le está diciendo. Al actuar de esta forma, ¿se está reforzando su autoconcepto de persona no válida, de persona conflictiva, en fin, de persona fracasada? ¿Sería mejor darle un toque de atención diciéndole con una frase corta y clara: "no hagas esto" y luego sonreírle cuando intente responder e interactuar en clase? En el aula se puede apreciar como gran parte de la hora lectiva se centra en regañarles sus comportamientos (pues no dejan continuar la clase de forma óptima), hasta el punto que en medio de una explicación, se para la explicación para invertir 5 minutos en decir de forma negativa y reiterativa el mal comportamiento. Creo que esta forma de actuar es contraproducente, pues no se les enseña que en esta vida uno se puede equivocar y reiventarse, todo lo contrario, se les enseña que si uno falla, siempre lo hará y sólo por presión social/académica puede cambiar. Esta presión social/académica es extrínseca no va relacionada con el interior de la persona, con sus inquietudes y sus aspiraciones y parece que en vez de ser una motivación sea un castigo. 

Durante la hora de tutoría se intentó emitir un vídeo sobre inteligencia emocional, mientras tanto el alumnado hablaba, se movía y no prestaba atención. Hubo un punto de inflexión, pues se les mandó callar con una orden clara, concisa, con voz seria y potente. El grupo-clase se calló. Después del visionado del vídeo se les animó a decir qué les parecía, que habían sentido. Un alumno (que desde el propio profesorado se le etiqueta como conflictivo) comentó que le había parecido interesante, la respuesta del profesorado fue preguntarle: ¿interesante o útil? El alumno agachó la cabeza, se sintió avergonzado y el resto de la clase empezó a reír y decirle que había contestado mal. Después de decirle al alumno que había respondido bien y que si le había parecido interesante el contenido, él sonrío y dijo que sí, su semblante había cambiado. El resto de alumnado poco a poco fue diciendo qué le había parecido, hasta que una alumna dijo: "el vídeo este nos lo están diciendo desde primero de la ESO, pero luego te das cuenta que nadie usa la inteligencia emocional". Esta frase me marcó, pues es verdad. ¿Cómo puedes enseñar teóricamente inteligencia emocional si después en su entorno, y el mismo profesorado, no la utiliza y se centran en remarcar los puntos débiles, sus deficiencias y a juzgarlos de forma negativa? Al finalizar la sesión se les dio las gracias por haber participado, por haberse involucrado, haber respetado al resto cuando hablaba y se les dijo que era un placer haber compartido ese momento. ¿Su respuesta? un aplauso. ¡Un aplauso! ¿Qué significa ese aplauso? La necesidad del refuerzo positivo, la necesidad de decirles lo que hacen bien, decirles que pueden hacer lo que quieran, que son libres de comentar sus pensamientos y emociones. Pues parece que el rol del profesorado (como ha sido tradicionalmente) está más centrado en decirles lo que hacen mal, en focalizarse en sus debilidades y en juzgarlos negativamente, aspectos que al final se ven reflejados en su autoestima y afectan enormemente en su autoconcepto, en su etiqueta de "alumno/a malo/a inútil". 

Otro aspecto que me ha sorprendido es la falta de "escucha activa", cuando se hacen preguntas al alumnado sobre un tema o un aspecto, si no se contesta exactamente lo que el profesorado quiere oír, se le ignora o se le etiqueta como respuesta errónea. Este hecho incluso ocurre cuando el alumnado se acerca a preguntar. ¿Cómo podría el  profesorado centrarse en entender lo que quiere decir el alumno? Con respuestas negativas al final lo que se consigue es que no respondan ni participen, pues el miedo a decir la respuesta mal o no ser la esperada, en vez de una recompensa reciben un castigo. Por otro lado, cada alumno/a vive una realidad distinta, tienen sus problemas, aspiraciones e inquietudes. Es sorprendente su necesidad de contar al docente lo que les está ocurriendo, su transparencia, sus ganas de expresarse. ¿Es necesario que el tutor/a conozca sus realidades? ¿se puede entender al alumno como un simple ejercicio para puntuar sus partes negativas?

Además, entre el propio profesorado ¿hay escucha activa? ¿se comentan lo que hacen en el aula? ¿se comentan qué pasa a cada uno de los alumnos? ¿la profesión de la docencia es individualista? ¿qué se puede hacer si desde el mismo departamento de psicopedagogía se razona que el comportamiento disruptivo del alumnado es consecuencia de la presencia de población migrante? 

El efecto Pigmalión creo que es la respuesta a todo. Cuando un profesorado tiene interiorizado que su grupo-clase, o incluso el propio centro, tiene bajo nivel, bajo recursos, bajo interés y es conflictivo, crea inconscientemente un tipo de comunicación negativa que no mejora la calidad del aprendizaje si no todo lo contrario; por un lado, acrecienta la sensación de desesperación del profesorado y, por otro, la sensación de fracaso de los más vulnerables, es decir, del alumnado. 

SEMANA I (4/2/20 AL 7/7/20) 


Me he incorporado como alumna en prácticas de geografía e hisoria en el IES Rodolfo LLopis de Callosa d'en Sarrià. El primer día tuvimos reunión con el coordinador del centro y nos explicó cómo funcionaba el centro y la realización de las prácticas. Posteriormente, mi tutor me explicó el funcionamiento del departamento de historia y las funciones del jefe de departamento. Mi tutor y el resto de personal del departamento me dieron la oportunidad de poder asistir a diferentes clases para poder comparar y cotejar las distintas metodologías pedagógicas llevadas a cabo. Durante los primeros días he asistido a: un claustro de profesorado, un consejo escolar, una reunión de tutores, una tutoría de 3er ESO y clases lectivas en 1ero Bachillerato, 2ndo Bachillerato, 1o ESO y 2ndo ESO.

En esta primera sesión de bitácora me voy a centrar más en la dicotomía ley/realidad que en las metodologías usadas por el profesorado. Durante esta semana me han aparecido distintas dudas sobre la educación actual, su legislación y la posterior aplicación. La ley se basa sobre todo en la adquisición de competencias, no tanto de los contenidos, ¿pero se puede aplicar la ley hasta la última letra siendo que cada grupo es distinto? En el caso de 1o ESO, ¿tienen la madurez necesaria para poder ofrecerles autonomía? En grupos más mayores sí que se aprecia que tienen más sentido de responsabilidad y consecuencia, mientras que el primer ciclo de la ESO parece que aún necesitan guías y órdenes más concretas, pues no se concentran ni prestan atención cuando se les da la libertad. Por tanto, ¿qué puede hacer un profesor, que ya aplica una metodología activa posicionando el alumnado en el centro, para poder focalizar su atención? ¿Cómo paliar las diferencias? Por otro lado, ¿qué puede hacer un profesor cuando el curso que empieza la ESO viene con un nivel bajo desde primaria? ¿Cómo es posible que actualmente el 1º ESO sea el curso más conflictivo? ¿Se debe al cambio educativo? ¿No tienen la madurez para entrar en un sistema más independiente? ¿Se debería aumentar sus retos y no tanto facilitarles el cambio? ¿Adaptar los contenidos supone que se relajen y no sean conscientes de las consecuencias?

Por otro lado, la ley estima un trato personalizado, pero, ¿cómo se puede ofrecer este tipo de trato si tienes un aula con 20 alumnos diferentes? Parece complicado cubrir todas sus necesidades mientras cada persona necesita un trato diferenciado (necesidad de refuerzo positivo, necesidad de atención, hiperactividad, desidia, etc.) un solo profesor está en el aula con escasos recursos. La situación se acrecienta aunque se apliquen técnicas de participación activa, como la gamificación.

En la ley se estipulan varios planes para atender las necesidades, dichos planes se comentan, evalúan y aprueban en el claustro y en el consejo escolar, pero... ¿son viables? Una dificultad latente en la educación pública y que se vio reflejada en el consejo escolar y en el claustro es la viabilidad económica y los ingresos que se realizan, mostrando su inestabilidad y escasez a la hora de poder programar actividades curriculares, extraescolares, recursos innovadores, adquisición de libros, que al final recaen en el poder adquisitivo de las familias, pero ¿cómo se debe proceder si la familia está ausente, no tiene los recursos económicos o no muestra interés? Una financiación tan básica no garantiza la equidad entre el alumnado, todo lo contrario crea diferenciaciones. En la hora de tutoría, una alumna me explicó que no había ido a la excursión porque su madre se pasa el día trabajando y ella no quiere pedirle el dinero, en otra aula un grupo de alumnos estuvo preguntando cuánto valían las fotocopias. ¿Esto es equidad?

Tengo muchas dudas sobre el sistema educativo español actual, pero por ahora la idea que me ronda por la cabeza es: “una legislación muy completa pero que no otorga los recursos necesarios para llevarla a cabo, provocando un efecto negativo sobre la educación de las personas”. Aunque en el fondo, espero que sólo haya sido la primera impresión y que a lo largo del practicum encontraré respuestas a las preguntas y tendré que reformular esta idea.

Comentarios

Entradas populares